Ánimo, ánimo. Desde Navolato vengo. Con el permiso del pueblo de México, con el permiso de la Mesa Directiva.
El panorama desolador que presentan y acusan las comunidades pesqueras de los extensos litorales de México refleja la menor importancia que históricamente se le ha otorgado a esta actividad
Si el mar fuera vino todo mundo sería marino. El panorama desolador que presentan y acusan las comunidades pesqueras de los extensos litorales de México refleja la menor importancia que históricamente se le ha otorgado a esta actividad.
Pone en relieve que aún con el potencial que reviste ha sido valorada muy poco, pero muy poco, esta situación mantiene a la mayoría de los habitantes de esas zonas en condiciones de vida muy precarias.
Análisis de la mayor seriedad revelan que los pescadores, entre ellos, principalmente los ribereños, viven en un estado vulnerable, por el hecho de habitar, en su mayoría, en localidades rurales.
No lo digo yo, es el caso del diagnóstico contenido en el estudio titulado Impacto social de la pesca ribereña en México, elaborado por el equipo de inteligencia pública. Precisa que las comunidades ubicadas al interior o en las proximidades de una localidad urbana, generalmente tienen mayores oportunidades de acceso a servicios básicos.
En sentido contrario, las comunidades rurales tienen un acceso limitado a estos servicios. Esto lleva a la mayoría de las comunidades de pescadores ribereños a presentar altos niveles de marginación. Es reflejo de que las políticas públicas, repito, políticas públicas de pesca no se han diseñado a partir de un diagnóstico representativo de las comunidades ribereñas y sus propias necesidades.
El estudio menciona que, a pesar de su importancia estratégica y su enorme potencial socioeconómico, la pesca ribereña es un sector poco abordado, desde la perspectiva de desarrollo social.
Un sector tan importante en estas áreas de oportunidad, en términos de oportunidad, rentabilidad, gobernanza, organización y sustentabilidad amplía que los programas de empleo temporal para pecadores, así como las compensaciones por no pescar en temporada de veda no se enfocan en la construcción de capacidades y en la formación de capital humano.
Se expone que estos programas tampoco impulsan el desarrollo de actividades productivas en las comunidades, acordes a sus capacidades y recursos naturales. El estudio sustenta así la necesidad y urgencia de poner en el centro de la política pública, en el centro de la política pública pesquera al pescador ribereño y su comunidad, así como a sus familias.
Enfatiza que situar al centro de la política pesquera al pescador implica precisamente transitar hacia una política pública, transitar hacia una política pública con un enfoque basado en los derechos humanos.
Para contribuir a erradicar la pobreza, garantizar el derecho a una alimentación adecuada y el desarrollo socioeconómico equitativo de los pescadores y las comunidades costeras. Ya es hora, por justicia social.
La presente propuesta pone así una adición al artículo 20 de la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables, de suerte que el Programa Nacional de Pesca y Acuacultura considere programas integrales de carácter transversal, considere programas integrales de carácter transversal, subrayo. Se busca que la medida sea base para el diseño de políticas públicas, diseño de políticas públicas, subrayo nuevamente. Integrales estas, donde se considere a los productores como actores centrales de los procesos de solución a sus problemas. Que se promuevan proyectos institucionales de infraestructura productiva y social. Que fomenten el desarrollo de las comunidades pesqueras y acuícolas.
En razón de lo expuesto, solicito de ustedes, compañeros diputados, compañeras diputadas, su respaldo a la presente propuesta, por justicia social a los campos pesqueros, a los pescadores ribereños.
Unidad nacional, todo el poder al pueblo. Gracias por su atención. Y sáquense un diez. Gracias. Es cuanto.
