La Asamblea General de la ONU declaró el 11 de febrero Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, en reconocimiento a nuestro papel clave en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. No obstante, es necesario levantar la voz y denunciar la discriminación por género que vivimos las mujeres que nos hemos atrevido a hacer de la ciencia nuestra profesión de vida.
Es necesario levantar la voz y denunciar la discriminación por género que vivimos las mujeres que nos hemos atrevido a hacer de la ciencia nuestra profesión de vida.
Del sistema nacional de investigadores, apenas el 37% somos mujeres y en la categoría más alta, nivel 3, solo el 21%. Somos minoría en ciertas áreas del conocimiento, como la física, las ciencias biológicas e ingenierías, por ello, profesiones con más prestigio social y mejor remuneradas se asocian principalmente con hombres.
Las niñas que llegan a ser científicas suelen tener carreras más cortas, escabrosas y peor pagadas. Como parte de este 37% de investigadoras en México dentro de instituciones públicas de educación superior, viví y fui testigo de estas dificultades.
A pesar de que el número de mujeres va aumentando en las salas de aula y los laboratorios pocas veces se nos considera para ascensos o cargos de toma de decisión como titulares de cátedra, directoras de proyectos o de áreas de investigación y postgrado. Aunque tengamos doctorado o postdoctorado se nos considera una especie de mano de obra calificada y menos eficientes si decidimos formar una familia.
Hay mujeres que pasan años haciendo múltiples postdoctorados mientras esperan una oportunidad laboral digna, y al final enfrentan simulaciones de concursos de oposición orientados a hombres, aunque sus méritos sean menores.
Una mentora me advirtió -no importa lo buena que seas, aquí todos los profesores del área son hombres-. Un exjefe me dijo, cuando decidí mudarme de ciudad, -más vale que vayas ahorrando porque a dónde quieres ir no vas a encontrar nada-, y él se encargó de cumplirlo, pues en el mundo patriarcal los dichos de un hombre valen más que el currículum, la trayectoria y los méritos sólidos de una mujer.
La naturaleza del científico es cuestionar, debatir, argumentar, pero en la cultura machista si las mujeres nos atrevemos a hacerlo nos llaman conflictivas y a los hombres se les califica como audaces y eso lamentablemente hace la diferencia para nosotras entre tener un empleo digno o no.
Las mujeres y las niñas somos la mitad de la población mundial, la mitad del potencial humano, por ello para su máximo florecimiento para lograr un desarrollo sostenible, una sociedad con paz y justicia la equidad de género es fundamental.
Para finalizar va esta muñeca científica hecha por una niña, para las niñas de México como un símbolo de la lucha de la discriminación y contra las injusticias de las que somos víctimas solo por el hecho de ser mujeres.
Vivan las niñas y las mujeres en la ciencia. Es cuanto.
